El día 31 de marzo de 1621 moría en Madrid, sumido en una depresión Felipe III. Este, por si alguno anda descolocado fue, por ejemplo, el autor de la expulsión de los moriscos, que tan graves consecuencias económicas tuvo en el reino de Murcia. En ese tiempo, la muerte de un rey constituía un terremoto social que llegaba hasta los últimos rincones del territorio de la corona.
La Murcia del primer tercio del S.XVII era muy diferente a la que vemos hoy mismo. Algunos elementos de su identidad no lo serían todavía, como la torre o la fachada actual de la catedral, y otros elementos hoy destruidos, como la muralla, estarían en mejor forma. La noticia de la muerte real llegó a la ciudad en la mañana del 6 de abril de 1621.
El Concejo, es decir, el gobierno de la ciudad, se dispuso a dar la noticia a todos los ciudadanos, cosa que hicieron en la plaza de Santa Catalina, centro político de la ciudad por aquel momento, diciendo así: “Los señores Don Felipe de Torres, corregidor y regimiento de esta muy noble y muy leal ciudad de Murcia, y cavalleros comisarios, que en su nombre están presentes, con el sentimiento, pena y dolor que obliga el caso, hacen saber a todos lo vecinos y moradores, estantes y habitantes de esta ciudad y de todo su reino, que fué Dios Servido llevarse de esta vida a la perdurable al Rey don Felipe tercero nuestro señor”. Las trompetas y atabales, es decir, tambores, destemplados, vestidos de luto, tocaban con tono triste y funesto.
El lunes 3 de mayo comenzaron las exequias propiamente dichas, con todas las ceremonias religiosas en la catedral. Se construyó un gran túmulo funerario, una estructura de arquitectura efímera, entre el altar y el coro de la catedral, de forma que lo ocupaba todo el espacio, levantándose hasta casi tocar el techo de la catedral en ese punto. Este túmulo estaba decorado con representaciones de todas las villas del reino, esculturas alegóricas de las virtudes y de una imponente muerte, así como un ataúd vacío, cubierto con los símbolos reales de la corona y el cetro. Todo esto iluminado por hasta 250 antorchas.
Ahora que ya podemos estar en situación, teniendo en cuenta el aspecto de la catedral, podemos pasar a la audición de hoy. Tenemos la inmensa suerte de que la persona que se dedicó a relatar todo lo que ocurrió esos días, Alonso Enríquez, a la sazón escribano del ayuntamiento, se cuidara de hacer una descripción exhaustiva de la música que sonó. Hoy podremos escuchar lo mismo qu se escuchó el martes 4 de mayo de 1621 en la Catedral de Murcia, en las exequias de Felipe III. El motete Taedet Animam meam del compositor, que había sido maestro de capilla en la corte de Felipe II.
Escucha las locuciones
Para saber más:
Rodríguez-García, E., & Filippi, D. V. (Eds.). (2018). Mapping the Motet in the Post-tridentine Era. Routledge.
Caba, V. S. (1988). Teatro y Ceremonia: algunos apuntes sobre las exequias barrocas. Espacio Tiempo y Forma. Serie VII, Historia del Arte, (1).
Gadow, M. R. (1983). Exequias y pompas barrocas en tiempos de Felipe V. BAETICA. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea, (6).